«Es obvio que la poesía y la fotografía pueden complementarse y hasta influirse recíprocamente. Por una parte, la fotografía capta una imagen fija, inmóvil (a veces sólo un instante de una realidad dinámica o de una coyuntura motriz, desplazable o vibrante), y la poesía puede, a partir de esa suspensión o tregua del movimiento, hacer una lectura que la enriquezca. Por otra parte, la poesía, que genera o propone transformaciones, procesos, auges o deterioros, puede ser sintetizada ejemplarmente por la fotografía cuando ésta elige de aquella una imagen decisiva, que habla por sí misma.»


Mario Benedetti Poeta

sábado, 8 de diciembre de 2012

"La Cueva...Secreto..."

.
Cueva de Cobijeru, Asturias


El mar: embate plano contra rocas tajadas.
Escribe blanca espuma en el cantil su acróstico,
se lo descifra el viento: Secreto.

PEDRO SALINAS

miércoles, 4 de julio de 2012

Florencia

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Una luna encarnada
allá en el aire
y sola
El repentino aroma
de un ramo de violetas
al salir
de un café
en vía Clazaiuoli
Aquella
rosa herida
de muerte entre los pliegues
de seda del crepúsculo
El puente
El frío
Arno
Fiésole
Los cipreses
soñando en las colinas
La noche
la de siempre
la de todos
los días
ésa
la que ya se te enreda
 en las pestañas.

De Víctor Botas

martes, 3 de julio de 2012

"¿De qué color es la luna?"


Esta foto la hice de noche desde el barco cuando hice un crucero por el Mediterráneo en el año 2006, el color es real, no tiene ningún tratamiento de nigún tipo, me llamó mucho la atención esta luna y su reflejo por que nunca en mi vida había visto un reflejo de luna en tonos morados, se ve que en alta mar pasan cosas así, la lástima es que no se aprecia ningún detalle en la luna pero es que se veía as de brillante, también es verdad que en aquella época no tenía cámara reflex, sino una compacta semiprofesional y además tiraba en automático, eso si, usé el trípode por que con el movimiento del barco y la oscuridad, si tuviera la oportunidad de volver a hacer esta foto hoy en día, seguramente la luna no habría salido así, pero el color del reflejo si, como digo, es tal cual lo vieron mis ojos......espero que os guste.

¿De que color es la luna?

¿Que colores mezclaré
para pintar yo la luna ?
tengo el lienzo frente a mi
pero inspiración ninguna.

Pruebo los tonos perlados
luego los colores “bruma”
los tonos cálidos descarto
pues casi ni se esfuman.

¿Qué color habrá usado Dios
para pintar esa luna
que domina y brilla en el cielo
y a la tierra ella alumbra?.

Debo tener poca imaginación
ya que no encuentro pintura
para darle un acabado perfecto
ni expresión a esta imagen nocturna.

Dejo el lienzo a un costado
y abandono mis pinturas
se que no lograré jamás
que parezca real la luna…

Aquí debajo del cielo
soy una pobre criatura
ante la presencia de un Dios
quien si supo, darle color a la luna…

 Autora : Libia Beatriz Carciofetti // Argentina

sábado, 16 de junio de 2012

"Delicia de los ojos..." Playa de San Lorenzo

La playa de San Lorenzo (San Llorenzu en asturiano) 

Delicia de los ojos, playa de San Lorenzo,
de
este a oeste extendido tu manto de canela;
la mirada perdida en el confín del lienzo
o acariciando el seno sonoro de la vela.


Así, para mis versos cursé el aprendizaje
buscando un equilibrio de belleza madura,
en esta villa nuestra, que aún es casi paisaje
y no tiene dos casas de la misma estatura.
                                                      Gerardo Diego, 1922

El 3 de junio de 1907 se iniciaba la construcción del Muro sobre el Arenal de San Lorenzo entre la calle Ezcurdia y el puente del Piles. Los gijoneses de entonces no fueron conscientes de que ese día comenzaba una operación urbanística de gran trascendencia, que daría origen a uno de los espacios públicos más conocidos y representativos del Gijón contemporáneo.

Se prolonga durante más de kilómetro y medio desde la escalera nº 0 llamada "La Cantábrica", junto a la Iglesia de San Pedro hasta la escalera número 15 en la desembocadura del rio Piles, no obstante continúa su recorrido hasta el Mayán de Tierra, durante 300 metros más en el área conocida como "El Rinconín", llegando a los 1,8 km. en la escalera 18. El Muro se prolonga de Este a Oeste a lo largo de toda la costa gijonesa, va desde la playa de Poniente hasta el límite con el concejo de Villaviciosa. 

Escalera nº 0, La Cantábrica.
Llamada así por estar situada en el emplazamiento
donde estaba el balneario del mismo nombre. 
Aún se pueden ver restos del balneario en el Real Club de Regatas.

Se caracteriza por una arena fina y dorada, y por unas aguas de buena calidad. Se distinguen 3 zonas de baño diferenciadas y vigiladas por salvamento: Escalerona (escalera 4), Centro (escaleras 7-8) y Piles (escalera 12), normalmente la zona de la escalerona es la que presenta mejores condiciones de oleaje para el baño. La gran amplitud de las mareas que se da en esta playa condiciona mucho su anchura, la cual es muy variable dependiendo del estado de la mar y de las corrientes.
Esta foto se la dedico especialmente a mi amigo Pepe, 
el sufridor de mis carreraas para atrapar la luz del momento.
En el verano del año 2010 se izó por primera vez la bandera "Ecoplayas" que fue conseguida de nuevo para la temporada 2011. También para el año 2011 se ha conseguido el reconocimiento "Q" de Calidad Turística. 

Bajamar.
La historia de la playa durante el siglo XX no puede desligarse del crecimiento de la ciudad. La acción demoledora del mar, que batía abiertamente sobre Gijón, y la arena impedían la expansión urbana hacia el sureste. El propio Jovellanos fue un visionario en este punto. 
El ilustrado, que disfrutaba de frecuentes paseos por el litoral gijonés, había propuesto a la corporación municipal la construcción del muro de contención y tuvo parte decisiva en su realización. El final de las obras, sin embargo, no llegó hasta la primera década del siglo XX. 

Panorámica de la playa desde la desembocadura del río Piles.
A la playa de San Lorenzo se la llama cariñosamente "La playona", se dice de ella que es el gran anfiteatro de la historia de Gijón ya que por ella pasaron los romanos, fue campo de batalla en casi todas las épocas antiguas, zona de juegos para la infancia de Jovellanos (su casa natal está en las inmediaciones del barrio de Cimadevilla) y área de expansión para la ciudad en todas las épocas.

El Paseo del Muro es el paseo de Gijón, el más transitado de todos los rincones de la ciudad. Su historia es algo complicada, fue polémica incluso antes de nacer, las obras se iniciaron en la calle Escurrida y la desembocadura del Piles hace algo más de 100 años, el proyecto fue del arquitecto municipal Miguel García de la Cruz.
En la escalera nº5 hay una placa en la cual se rinde homenaje a cuantas personas intervinieron en su inicio.
La cometa.
Antecedentes: Los muros de San Lorenzo

Aunque hoy no se perciba, la convivencia entre la ciudad de Gijón y el mar no siempre fue fácil: el Cantábrico supuso durante siglos una molestia constante –cuando no un notable peligro–, al reclamar a la villa el espacio que inmemorialmente había ocupado y que ahora ésta, no sin arrogancia, pretendía hurtarle.

Cada vez que la ciudad, a lo largo de su historia, pretendió extender el casco urbano sobre la lengua de arena que impedía la insularidad del cerro de Santa Catalina, se precisaron murallas, paredones, barbacanas, diques, malecones –denominados de una u otra forma según la época y la fuente documental que se consulte–, generalmente acosados y puntualmente aniquilados por la furia del mar.

Por ello, podemos hablar de varios muros de San Lorenzo antes de la construcción del que tradicionalmente se ha definido así, dando la falsa impresión de tratarse de una única estructura de ejecución sincrónica entre la iglesia de San Pedro y el puente del Piles. Así, el flanco oriental de la fortificación romana y medieval supuso durante mil años el primer muro de la playa San Lorenzo.

Durante los siglos XVI y XVII surge un nuevo perímetro murado al este del Cerro. Sin rebasar su base  rocosa, deja atrás ampliamente el antiguo recinto fundacional, gana el cuello del tómbolo y lo convierte permanentemente en tierra firme.

El tramo del Muro irá alcanzando el arranque de la actual calle de Cabrales, aunque posiblemente con menor latitud de la que presenta hoy en día.

Ya en el XVIII, el crecimiento meridional de la villa hace cada vez más necesaria su defensa oriental tanto de las grandes pleamares como de los daños y molestias causados por la arena. Para solucionarlo, a la par que se ejecutan las obras de renovación del puerto, se erige un tercer muro, el “paredón de San Lorenzo”. Levantado entre las décadas de 1760 y 1770 bajo la dirección de Manuel Reguera González, enlazó el inicio de las actuales calles Cabrales y Ezcurdia y facilitó la idea de Jovellanos de desarrollar un plan de ensanche al sur de Bajovilla.

La escalera fantasma

Entre la n. º 3 y la Escalerona es aún visible la huella de una de las dos escaleras originales del paredón de San Lorenzo, resultado de rellenar su hueco con hormigón y contrastar éste con el color de la piedra original.

La estructura contaba con dos escaleras enrasadas localizadas a la altura de la actual rampa de la  Pescadería y en su tramo medio, en los hoy jardines del Náutico; su tramo final adoptaba una forma curva similar a la del morro de un malecón portuario. Pero durante el siglo de la Ilustración, y bajo los auspicios de Jovellanos se mandó reparar el antiguo paredón desde la Peña de Santa Ana hasta donde hace frente a la capilla de los Valdés, y construir otro nuevo que arranque de este sitio hasta unir con el que acaba de hacerse cercando enteramente el mar por toda la parte oriental de la actual población”. Esta intervención da al Campo su traza definitiva y facilita notablemente el acceso al arenal con la construcción de la rampa de la Pescadería. 

Rampa de San Lorenzo, Pescadería Municipal y Campo Valdés.

Este paredón se afianza sobre el sustrato rocoso del Cerro. Se levantó con bloques de sillería de gran calidad, como aún puede apreciarse, y se remató con un murete continuo cuyo elemento más llamativo era una gran voluta labrada en un único bloque de arenisca. Ubicada en su arranque meridional, la pieza se mantuvo en ese lugar hasta la última reforma de la zona realizada en 1993. Es este el que podemos considerar como el cuarto tramo del Muro de San Lorenzo. Mariano Ramón Sánchez lo retrató con toda fidelidad, al hacer empleo de la cámara oscura, en la primera mitad del decenio de 1790. En su mayor parte ha llegado íntegro hasta nuestros días.
Rampa de San Lorenzo.
Tiendas del aire.

Tras cuatro décadas de importantes avances, apenas si conocemos novedades en El Muro hasta casi un siglo después.

Realmente, hasta la segunda mitad del siglo XIX poco se les había perdido a los gijoneses en San Lorenzo, aparte del aprovechamiento de su arena con fines agrícolas y constructivos. De hecho, la ciudad dio la espalda a esta playa y a punto estuvo de arruinarla con agresivas iniciativas, como la construcción de un matadero adosado al muro dieciochesco, a la altura de la actual Escalerona, o de la cárcel del partido, en la zona de La Garita.


Sin embargo, a excepción del Campo Valdés, el tramo inicial del Muro tendrá pocas opciones de desempeñar el cometido de paseo ya que se  aprovechó  como solar la mayor parte del frente marítimo oriental de la villa, y además a ambos flancos del paredón, tanto sobre tierra firme como sobre la propia playa, con los balnearios Las Carolinas, La Favorita y La Sultana.

De ahí que el arenal, con marea baja, pase a ser la única opción de paseo y esparcimiento estival de la villa a partir del decenio de 1880 y que la construcción del Muro hacia el Piles conlleve la idea de abrir una amplia avenida litoral con paseo sobre la playa. Esta demanda se materializará finalmente en la década de 1910, no sin importantes esfuerzos del Municipio para domeñar la resistencia de muchos propietarios a perder parte de sus terrenos a favor del nuevo vial.

Frente a esta lucha de intereses será Miguel García de la Cruz, el mismo arquitecto municipal autor del trazado definitivo del Muro, quien aborde con brillantez y firmeza el proyecto para el tramo comprendido entre las casas de Veronda y el puente del Piles.




Esto obligó a formular distintos proyectos antes de acometer la obra. El primero data de otoño del año 1889. El segundo proyecto, obra de Mariano Medarde, se traza en 1893. Medarde redactará en 1897 un nuevo proyecto que prolonga el muro rectilíneamente a partir de la calle Eladio Carreño, mientras el extremo opuesto se remata en una curva muy acentuada hacia tierra. Será éste el antecedente más directo del proyecto finalmente ejecutado. Con él volvieron a chocar una vez más los intereses particulares: su trazado obligaba al derribo del balneario La Sultana y de las casas de Veronda, que estaban entonces recién edificadas.

Al año siguiente, en 1904, el ayudante de obras públicas Bonifacio G. Echevarria formula un nuevo proyecto. El documento, junto a los anteriores de Medarde, servirá a Miguel García de la Cruz para componer en 1905 el proyecto definitivo: un trazado intermedio a todos los propuestos hasta entonces. La construcción, de 1.179’46 metros de longitud, cuenta con un presupuesto inicial de 2.343.732’35 pesetas.

El acceso desde el casco urbano a la playa se soluciona emplazando una escalera frente a cada una de las calles que desembocan en la nueva avenida, a excepción del punto de arranque del nuevo muro –frente al hoy conocido como martillo de Capua–, donde se sitúa una escalinata aprovechando la  diferencia de alineación entre el final del muro antiguo, más exterior, y el nuevo.
Martillo de Capua
Martillo de Capua y  Escalerona.
El arquitecto del muro
Miguel García de la Cruz, nacido en Cimadevilla y arquitecto municipal de Gijón entre 1904 y 1932, ha sido el tracista con más influencia en la configuración del Muro.
Firmó el proyecto para su prolongación entre la calle Escurrida y el Piles, el del paseo y su mobiliario inicial y el de la avenida de Rufo Rendueles, así como el de la Pescadería y otros cuatro edificios frente a la playa, ya desaparecidos.
Miguel García de la Cruz
En agosto de 1906, tras recibir nueva autorización estatal para la ocupación de los terrenos, se establece un plazo de ejecución de 18 meses. Nunca se cumpliría. En enero de 1907 se realiza una primera subasta de las obras con carácter doble, en Gijón y Madrid, que resulta desierta.
La adjudicación a Manuel Sánchez Dindurra llega en la segunda, celebrada en el mes de abril siguiente. Los trabajos se inician el 3 de junio.

Manuel Sanchez Dindurra

En este momento comienza la construcción de los 526 metros de la primera fase, equivalentes a la distancia que separa el comienzo de las calles Ezcurdia y Premio Real, más las primeras seis escaleras.

El 21 de noviembre de 1913 el contratista notifica el fin de obra, aunque oficialmente no se dará por totalmente terminada hasta abril de 1915. En esta fecha se completa el enlace del muro con el nuevo puente sobre el Piles, se realiza la escalinata, proyectada el año anterior, emplazada frente a la calle Jovellanos y se remata la instalación de la balaustrada.

Antes de la Guerra Civil el mayor hito será la construcción, en el año 1933, de la Escalera Monumental de acceso a la playa de San Lorenzo, popularmente conocida como La Escalerona, obra del arquitecto José Avelino Díaz Omaña y ejecutada dentro de parámetros plenamente racionalistas, en sustitución de la escalinata del año 1915.


 La Escalerona
La Escalerona, Gijón
Escalera nº 4, La Escalerona.


En 1933 se construyó la escalera monumental de acceso a la Playa, la conocida Escalerona, con el fin de solventar los problemas que planteaba el masivo acceso al arenal. Obra del arquitecto José Avelino Díaz Omaña y ejecutada dentro de parámetros plenamente racionalistas, en sustitución de la escalinata del año 1915. En el año 2002 Miguel Díaz y Negrete dirige la rehabilitación integral del conjunto de la Escalerona, una operación que consigue devolverle plenamente sus cualidades originales, pese a las duchas de la discordia, realizó una gran labor de investigación para respetar aquella primera Escalerona de 1930.







Curiosamente, las últimas modificaciones relevantes que dieron al Muro su configuración actual vuelven a llevarnos a sus orígenes, al tramo comprendido entre el Náutico y San Pedro.
En 1937 se remodeló el enlace entre los dos muros levantados a finales del siglo XVIII. Se ejecutó una solución curva, estrechando la rampa de la pescadería y creando la actual escalera n. º 3, a la vez que se cegaban las dos escaleras enrasadas con que contaba el primitivo paredón de San Lorenzo.


 El Náutico en los años 60


En los años 40

El último ajuste será proyectado por José Avelino Díaz Omaña también en 1937: la reordenación del Campo Valdés tras la desaparición de la iglesia de San Pedro, incluyendo la extensión de la balaustrada hasta el Club de Regatas, y la creación de la actual escalera n.º 1 adosada al muro, obras realizadas ya en la posguerra.




 Antiguo Real Club de Regatas.
Real Club de Regatas actualmente, en el mismo emplazamiento que el antiguo.

El Real Club Astur de Regatas (RCAR) es uno de los más importantes de España, en la actualidad es el club que mayor número de regatistas aporta al equipo olímpico español de vela. El RCAR fue fundado el 10 de septiembre de 1911 en el barrio de Cimadevilla, de Gijón capital. Es, por lo tanto, una de las instituciones más antiguas del municipio. El Rey Alfonso XIII aceptó, poco después de su fundación, la Presidencia de Honor, y participó en las regatas de 1912 y 1913.

  Escalera nº1
Con esta última intervención se configuró el Muro actual, con casi dos kilómetros de longitud y quince rampas o escaleras de acceso a la playa de San Lorenzo. Todo un símbolo de Gijón y una de sus tarjetas de presentación más conocidas.

La evolución del Paseo del Muro de San Lorenzo
La primera celebración multitudinaria en el Muro tuvo lugar en la tarde del 1. º de octubre de 1913. Con ocasión de la visita de Rufo Rendueles a la ciudad, el paseo se engalanó con iluminación eléctrica hasta el puente del Piles y se dispusieron varias orquestas a lo largo de la avenida.A Jovellanos debemos la primera concepción del contorno del Muro como lugar de  esparcimiento.

Imaginaba su perfil orlado de sauces llorones cuando escribía

“...ve aquí una bellísima idea: coronar todo el nuevo paredón, desde la huesera por detrás y por el costado de la iglesia, siguiendo su línea, ángulo y vuelta, hasta donde acaba el de San Lorenzo.
Llevándolos a una regular altura, y haciendo pender sus ramas a la parte del mar, ¿qué espectáculo tan caprichoso y agradable no formarían a los que viesen el pueblo de la parte de Somió o el cabo de San Lorenzo, y sobre todo desde el mar?”.

 Escalera nº1

Real Club de Regatas
Más allá del Piles
La continuación del paseo que bordea San Lorenzo por el este se inicia en los años 50; por entonces se prolongaba cerca de un kilómetro hasta El Rinconín.
Su continuación a finales del siglo XX, ya como senda litoral, nos permite hoy llegar paseando a la playa de La Ñora.

A partir de 1914 se acomete el relleno y construcción del paseo y la avenida a los que, ya en 1910, se había acordado bautizar con el nombre de Rufo García Rendueles. El nuevo vial se completa con la construcción del puente del Piles, (perfectamente integrado en el diseño general del Muro) y la nueva carretera de enlace con la de Villaviciosa a través de Somió –ambas ejecutadas por el Estado gracias a la mediación de Rendueles–; de esta forma, la avenida se convierte en alternativa de entrada a la ciudad desde el este.

 Paseo del Rinconín
El paseo, está separado de la calzada destinada al tránsito rodado por una línea de tamarindos; otra línea de arbolado y una acera de 4 m., que vendrá a limitar las alineaciones de los solares que dan a la avenida, flanquean en el lado opuesto sus 14 m. de anchura.


Tamarix gallica
Conocido vulgarmente como taraje, taray, atarfe, gatell, tamarindo o tamarisco, este arbusto caducifolio de aspecto ligero y plumoso que puede llegar a 8 metros de altura es originario de Asia. Hasta la fecha, ha sido la especie de árbol que más tiempo ha estado presente en el muro, esencialmente por su resistencia al salitre.

En 1927, se construye un pabellón de aseos públicos proyectado por el mismo arquitecto. No era la primera pieza de mobiliario que García de la Cruz había diseñado para el paseo. 

Su proyecto más singular, en 1907: una balaustrada de traza modernista que no llegó a realizarse. En su lugar, en noviembre de 1912 se opta por un sencillo cierre compuesto por pilastras cuadrangulares de sillería caliza del Naranco, distanciadas unos 20 m. entre sí; entre ellas se disponen una serie de columnas de fundición enlazadas por una doble línea de tubos pasantes de sección cilíndrica. La funcionalidad y elegancia de este diseño llevó posteriormente a su incorporación a otros espacios urbanos de Gijón –márgenes del Piles, paseo hasta La Providencia y carretera homónima– y a que otras villas costeras lo “importaran” –Candás o Tapia de Casariego–, haciendo que hoy sea uno de los símbolos más reconocibles de la  ciudad.

Aunque la tradicional barandilla del Muro ha sido invariablemente blanca desde hace más de medio siglo, las fotos anteriores a la Guerra Civil evidencian que era otro el color que entonces la cubría.

A comienzos de 1922 García de la Cruz proyecta un modelo de farola para complementar la balaustrada del muro; en 1933, según diseño del ingeniero municipal Guillermo Cuesta, adquirirán su aspecto actual sustituyendo el único foco inicial por un brazo doble. Finalmente, en 1923 traza el proyecto de una serie de bancos para el paseo, realizados en piedra caliza del Naranco y con respaldos y apoyabrazos de fundición. Una parte, tras prestar servicio en el Muro durante más de tres décadas, se conserva en el parque de Isabel La Católica.
 
En 1928 sean derribados la Pescadería vieja y el mercado de San Lorenzo y se construye a continuación la nueva Pescadería Municipal, estuvo activa hasta hace muy pocos años, rehabilitándola tiempo después y dándole servicio como dependencias del Ayuntamiento.



 
 Mercado de San Lorenzo
en la Plaza de San Lorenzo o del Adobo.

Solar de la pescadería.







 Extraido del libro Gijón y la Exposición de 1899.


 Nueva Pescadería Municipal, actualmente reconvertida 
en dependencias de la administración.

El murete que coronaba el paredón entre la rampa de la Pescadería y la iglesia de San Pedro, sobre la que se había colocado un calvario en el siglo XIX, se sustituyó por una sobria balaustrada de piedra artificial diseñada por José Avelino Díaz Omaña, que romperá con la secuencia existente en el resto del paseo, atendiendo a la mayor monumentalidad de la zona.


  Los Balnearios.
Los baños se habían puesto de moda ya desde finales del siglo XIX y eran varios los balnearios que existían en esta zona. De 1874 a 1887 Las Carolinas, La Favorita y La Sultana se levantaron como palafitos ocultando el Muro entre el comienzo de las calles Cabrales y Ezcurdia. Éste hubiese quedado cubierto en todo su frente occidental de haberse autorizado en 1892 la construcción de dos balnearios más, las Perlas Cantábricas, entre la rampa de la Pescadería y el Campo Valdés. 

La primera casa de baños, toda ella de madera, se estableció en 1874, por don Justo del Castillo, y sobre su mismo emplazamiento, posteriormente, ya en 1887, se construyó el balneario «Las Carolinas», por la Sociedad que lleva su nombre, si bien modificado el primitivo proyecto, que avanzaba mucho en el mar, por el estilo de la «Jetée promenade de Niza». En 1885 se construyó el otro balneario «La Favorita», y en 1886 el titulado «La Sultana», que fue expropiado y se derribó para construir el actual muro de la playa. También se bañaba mucha gente entre las peñas que existen detrás de la Iglesia de San Pedro, donde más tarde se construyó el balneario «La Cantábrica», más tarde derruido para la proyectada ampliación del Club de Regatas. Los nadadores de resistencia, se tiraban desde la peña Santa Ana, y ejercitaban su afición predilecta yendo hasta la desembocadura del Piles o hasta cerca del «Cascayu», trasponiendo Santa Catalina.


 
Balneario La Sultana





 
Balneario Las Carolinas







 



 



En 1937 no sólo se habían derribado los balnearios y la totalidad de la manzana del Hospital de Caridad, sino que también se habían echado a tierra las casas de Veronda, el frente de edificios de la manzana situada frente a la Escalerona y la iglesia de San Pedro, si bien la ocupación de Gijón en octubre impidió acometer la demolición del martillo de Capua.

El Ayuntamiento pagó las expropiaciones y acometió la unificación del diseño del paseo entre la Escalerona y la rampa de la Pescadería, a la vez que se creaban los jardines del Náutico como lugar de esparcimiento complementario.
  
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En 1892, el galeno asturiano Vital Aza brindaba unos versos a las prescripciones médicas de los baños de ola (Tolivar, 1976):

Me manda el Doctor a tomar
baños de mar sin cesar;
pero me falta el valor.
¡Yo zambullirme en el mar!
¡Que se zambulla el Doctor!

Prosigue relatando Tolivar que los únicos baños que don Vital encontraba beneficiosos eran los domésticos, en la bañera, con agua más que tibia, sin arena y sin peligro de que le mordiese algún bicho:

¡Ajajá! ¡Qué calentita!
¡Está del temple agradable
que mi cuerpo necesita!
El baño en que se tirita
no puede ser saludable.


Las casetas de la playa.
Casetas de playa en San Lorenzo
No se ven por muchas playas estas casetas, para vuestra información, en la playa de Gijón son típicas desde antaño, actualmente son muy coloridas y llamativas, al igual que en otras playas en las que hay una persona que se encarga de alquilar las tumbonas o sombrillas, aquí se alquilan las casetas, se utilizan para cambiarse de ropa o guardar cosas personales, la comida para pasar el día, etc., como veis son cuadradas y de colores básicos y fuertes con un lateral que es como una puerta que se abre hacia arriba, como si fuera una tienda de camping. En verano alegran la playa con su colorido, por la noche se cierran como un paraguas y listas para el día siguiente. No las ponen por toda la playa, sólo en la zona más pegada al río Piles que es donde menos sube la marea, a la altura de la escalera 14.

 "Más de 100 casetas multicolor ya decoran la playa de San Lorenzo."

Lucen desde ayer en la escalera 14 de la playa. Son las mismas desde hace décadas, pero decenas de gijoneses no quisieron perderse ayer el montaje de estas tradicionales casetas, todo un símbolo de la llegada del verano a la ciudad. Unas 100 tiendas de tela multicolor ya están instaladas en la playa de San Lorenzo. Empezarán a utilizarse a partir del 15 de junio, pero el periodo para reservarlas ya está abierto.Las casetas permiten cambiarse o dormir una siesta a la sombra, a menos de 15 metros del mar. Alquilar una en verano (del 15 de junio al 15 de setiembre) cuesta 220 euros, más 95,3€ de tasa municipal. Para reservarlas hay que ir a la escalera 14 y hablar con el encargado, Manuel Díaz. 

(Sacado de un artículo del periódico digital 20 Minutos).


Podemos considerar que las casetas de baños fueron el antecedente inmediato a la proliferación de los balnearios en el litoral marítimo, y así lo expone Roza (1995): En este período, ante la ausencia de establecimientos balnearios, fueron las casetas de baños los artefactos encargados de servir al bañista en su estancia en la playa. Las primeras noticias sobre la instalación de casetas de baños en Gijón datan de 1851.

Las casetas proliferaron durante esta década; de carácter público, pero también privado, su adjudicación se regía por las ordenanzas municipales, y oscilaban desde las 30 instaladas en 1853 hasta las 100 casetas registradas en 1874, tal y como recoge Roza. El mismo autor ofrece información sobre la caseta de baños instalada con motivo de la visita a la villa gijonesa que la reina Isabel II realizó en el verano de 1858: «...estas visitas reales, aunque escasas, daban cierto prestigio al veraneo gijonés; si bien suponían un importante gasto a la ciudad».


1924










Ya en la década de 1950 se abordó una completa remodelación del diseño del paseo bajo una perspectiva plenamente moderna. Atrás queda el concepto de bulevar decimonónico y se incorporan nuevos criterios más funcionales: aparcamientos, carril-bici, espacios polivalentes bajo pérgolas y jardines, manteniendo la balaustrada original y sus farolas como referencia a la tradición.



La década de 1960 supondrá el inicio de la progresiva degradación de este espacio. Durante este decenio y el siguiente, un Ayuntamiento con recursos limitados, buscará reducir gastos de mantenimiento a costa de desmantelar las farolas de la balaustrada, talar la línea de tamarindos o permitir el deterioro progresivo de las pérgolas y de la misma Escalerona.

 En mayo de 1982 fueron demolidas las pérgolas del Muro




Así llega el paseo a la década de 1990, con un notable nivel de deterioro, desfigurado todo rastro del cuidado espacio de esparcimiento público que había sido en décadas anteriores. Entre 1992 y 1993 se aborda la remodelación integral del paseo del Muro, según proyecto de Diego Cabezudo, Jorge Martínez Sierra y Jorge Paraja, que afectó a espacios estrechamente vinculados a él como el Campo Valdés y los jardines del Náutico. 


La recuperación integral del diseño histórico de la balaustrada y la línea arbolada de tamarindos, la ampliación de la zona de paseo y la supresión de la mayor parte de los pasos subterráneos se combinó con un diseño equilibrado y funcional del resto de elementos complementarios incorporados. 

El espacio recuperó una imagen digna y de calidad.La última intervención reseñable, pero no por ello menos relevante, se produce en el año 2002: Miguel Díaz y Negrete dirige la rehabilitación integral del conjunto de la Escalerona, una operación que consigue devolverle plenamente sus cualidades originales. El frente urbano de Gijón que mira a la playa de San Lorenzo, un heterogéneo conjunto de edificaciones, se divide en tres tramos bien diferenciados, si atendemos a la cronología de su ejecución.
 Papeleras de la playa, a juego con las casetas.

En el 2009  EMULSA desarrolla la campaña de reciclaje en playas con la instalación durante la temporada estival de más de 300 papeleras diseñadas específicamente y que permiten a los ciudadanos clasificar la basura para su reciclaje. Se trata de dos modelos de papeleras, uno con forma de caseta de playa para el arenal y escaleras de acceso de San Lorenzo y otro, tipo boya, para el resto de playas. Estas papeleras siguen el código de colores de los contenedores de reciclaje de calle.

Así escribió en el tono propio de la época (finales del siglo XIX) 
el zamorano Miguel Ramos Carrión, dramaturgo:


Concha que ocultas estimadas perlas
en medio de tu fondo nacarado,
quien una vez te vio, memoria eterna
guarda en su pecho como yo la guardo.


Enlace al artículo de El Comercio Digital, innaguaración de la Escalera nº 0, 
La Cantábrica: La playa de Gijón recupera la escalera La Cantábrica